PPC: El Estado de la Industria - 2ª parte


Por Alberto Calvo

Algunos problemas personales y una involuntaria separación de la supercarretera de la información durante los últimos días impidieron que esta columna fuese publicada el miércoles, como se supone sería el caso. Por ello pido una disculpa y agradezco su comprensión. En la entrega anterior hablé del boom y la subsecuente implosión que tuvo el comic norteamericano durante la pasada década, así que ahora quisiera tratar con lo positivo que salió de esa experiencia y tratar de establecer el estado actual de la industria.

Marvel fue a la quiebra (proceso complicado, pero que Ellis resume perfectamente), pero la actual administración hizo los ajustes necesarios y actualmente sus finanzas son tal vez las más saludables de la industria. DC estaba protegida gracias a la importancia comercial que tienen fuera del mundo del comic algunas de sus propiedades, las cuales representan importantes ingresos para su compañía madre, AOL-Time-Warner. La mayoría de las editoriales independientes, o al menos las que ya tenían varios años en el medio, dependían (y aún lo hacen) de mercados cautivos, pues desde siempre han contado con su propio grupo de fieles seguidores, así que fueron de las menos afectadas tras la implosión del mercado. Todo lo contrario ocurrió con las más nuevas editoriales, la mayoría de las cuales dependían de las modas y el mercado de la especulación, razón por la que fueron las primeras en cerrar sus puertas.

Esto trajo como consecuencia que el aparente desastre que representaba la crisis se convirtiera en un mecanismo de limpia y depuración para la industria, no sólo en términos del material publicado, sino también de la gente produciéndolo. Aquellos escritores y dibujantes con talento que quedaron desempleados encontraron acomodo en otras editoriales, a menudo reemplazando a gente menos capaz y/o talentosa. Las editoriales que sobrevivieron buscaron hacerse con el mejor personal posible, incluyendo staff editorial y administrativo, y el resultado de esta reestructuración generalizada fue una industria más sana y ordenada. Pero esto no significa que ya no haya problemas. Los costos de producción siguen siendo elevados y la escalada en los salarios de algunos creativos no tiene marcha atrás, así que los comics siguen siendo un pasatiempo caro y de difusión limitada, gracias a la persistencia del "mercado directo".

En términos de difusión existe una pequeña gran diferencia: el cine. En los últimos siete u ocho años se han realizado una gran cantidad de películas basadas en comics, con resultados bastante disparejos en cuanto a la calidad del producto final pero con una constante más que saludable. Buenas taquillas. Sin importar si se trata de producciones modestas (Blade, Hellboy), o megaproducciones multimillonarias (Superman Returns, Spiderman, etc.), la gran mayoría de estas adaptaciones han sido bien recibidas por los cinéfilos del mundo entero. Si bien es cierto que la atención generada por estas películas es efímera y caprichosa, la venta de los derechos y los ingresos generados por la respectiva parafernalia permiten financiar las operaciones de más de una editorial.

Personalmente atribuyo la actual popularidad de los comics en Hollywood a un fenómeno generacional. Una gran cantidad de guionistas y directores de cine, de edades digamos entre treinta y cincuenta años, crecieron leyendo comics y aún sienten gran aprecio por muchos de los personajes con los que crecieron o con el medio en general. Estando en una posición de poder proponer llevar a la pantalla las aventuras que los emocionaron durante su infancia más de un creativo debe haber intentado colocar algún proyecto. Y una vez que estos se empezaron a suceder y llegaron a las pantallas con el éxito antes mencionado la resistencia a esas propuestas debe haber disminuído.

Tampoco se puede menospreciar la importancia de la colaboración comics/Hollywood cuando esta se da en el sentido opuesto. Marvel empezó a finales de los setentas a publicar adaptaciones en comic de algunas películas de éxito, mayormente del genero de Ciencia Ficción. Star Wars, Odisea del Espacio, Logan's Run, y algunas otras representaron los primeros escarceos en lo que a la larga se convertiría en una exitosa fuente de ingresos para varias editoriales. Pronto se hizo evidente que los comics eran una industria que podía funcionar con igual eficiencia comprando o vendiendo licencias. Editoriales como Dark Horse o Topps se hicieron de un nombre gracias a su trabajo explotando licencias adquiridas de otros medios. Dark Horse diversificó su oferta y hoy día es una de las editoriales más sólidas e importantes, en tanto que Topps fue una de las víctimas de la implosión del mercado.

Algunos escritores y directores deben haber notado que producir un comic es mucho más barato que producir una película, pues algunos de ellos han llevado propuestas para películas a la página impresa. El caso más reciente es de Darren Arofnoski y su proyecto The Fountain. Una vez escrita la historia Arofnoski llegó a la conclusión de que algunas de sus ideas no podrían llegar jamás a la pantalla, así que su idea completa se convirtió en una novela gráfica publicada por DC Comics meses antes del estreno de la versión cinematográfica de la historia. Frank Miller escribió hace varios años un guión para llevar Daredevil al cine, y cuando el proyecto no fructificó, convirtió su guión en la excelente novela gráfica The Man Without Fear. Steven Grant decidió tomar el guión original de Frank Miller para Robocop 2 (el cual fue cortado, mutilado, alterado y manoseado hasta quedar irreconociblemente convertido en la base para Robocop 2 y Robocop 3) y adaptarlo a comic.

Muchos guionistas de cine y televisión (David Goyer, John Rogers, Joss Whedon, J.J. Abrams, Alan Heinberg, etc.) han seguido el impulso y han trabajado o colaborado escribiendo comics. Y es importante señalar que lo hacen por gusto y convicción, pues sin importar que tan elevados puedan ser los sueldos en los comics, la industria no mueve tanto dinero como el cine o la tv. Algunos novelistas (Greg Rucka, Brad Meltzer, Michael Chabon) han hecho lo mismo y esto está provocando un aire de frescura y renovación en las historias que se publican actualmente. Durante años la industria parecía nutrirse de escritores cien por ciento formados en el medio, lo que estaba generando una endemia creativa, principalmente en los títulos de superhéroes de Marvel y DC. El trabajo de estos escritores no siempre produce los mejores resultados, pero se están haciendo cosas interesantes.

Importante también es el hecho de que poco a poco se ha ido creando conciencia de que los comics son más que superhéroes y que no son un medio dirigido única y exclusivamente a niños y adolescentes. Algunas novelas gráficas dirigidas a un público adulto también han hallado el camino a la pantalla grande. Road to Perdition (Camino a la Perdición), A History of Violence (Una Historia Violenta), o las más comerciales Constantine o V for Vendetta (V de Venganza) han ayudado parcialmente a crear conciencia de que existe también un mercado adulto para los comics. Y ahí cobra importancia el formato de novela gráfica y los tomos compilatorios (normalmente identificados como TPBs, Trade PaperBacks), los cuales han encontrado en las librerías "tradicionales" un nuevo mercado. Algunas cadenas de librerías han acogido con gusto a la audiencia que se siente atraída por los comics pero no quiere pasar por la bizarra experiencia que pueden representar el visitar una tienda de comics cualquiera.

Vertigo, el impreso de DC Comics dedicado a producir comics para "lectores maduros", ha sido durante años un ejemplo de la diversidad de material que los comics pueden ofrecer, con temas para todos los gustos y los cuales suelen estar disponibles en su integridad en tomos. Digno sería resaltar también el trabajo de dos de las editoriales "menores" que salieron de la crisis más fuertes que nunca: Dark Horse Comics e Image Comics. Ambas contaban con una audiencia establecida, pero además se preocuparon por diversificar su mercado y acogieron bajo sus auspicios a algunos títulos independientes o provenientes de editoriales pequeñas e inestables. Hacia finales de la década ambas contaban con una importante reputación gracias al respeto que mostraban por la propiedad intelectual de los autores, lo que las convirtió, al lado de la entonces emergente Oni Press, en una importante opción para muchos creadores, tanto nuevos como experimentados.

Sé que mucho de lo que he mencionado aquí parece ser demasiado difuso e inconcluso, pero el espacio de una sola columna sería insuficiente para tratar a fondo todos estos puntos. Si a alguien le interesa leer más sobre alguno de estos temas, escriban a nuestra dirección de correo y con gusto dedicaré una columna a tratar el tema en cuestión. Por lo pronto, creo que puedo concluir esta breve reflexión sobre el presente de la industria afirmando que estamos atravesando por uno de los momentos más sólidos y estables que la industria ha tenido en décadas. Sin lugar a dudas es una gran época para ser lector de comics, pues existe una diversidad de oferta con una alta calidad que no se había visto en muchos años.

En cuanto al futuro, ese será precisamente el tema de una futura entrega de esta columna.

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